Arcadia Blues será una gran película.

Su Plan de Producción se maneja con la objetividad, la cautela y la inteligencia que requieren las comprometidas y dramáticas circunstancias

que en lo económico y lo social, vive Venezuela.

Pero no es momento de estrechar y apocarse.

Más bien, hay que afinar miras, hacer foco a lo lejos y no flaquear o retroceder.

Mucho menos cejar.

La historia de Arcadia Blues significa lealtad y necesidades: nunca antes fue tan apremiante dar ejemplos y razones de vivir con la cultura, con el arte, con lo civilizado.

Nunca antes urgió tanto mostrar la importancia del fondo, del alma de las cosas,

de la revelación de obscuridades.

 Hay que decir y hacer. Extremar el movimiento

frente a la parálisis posible,

exigirnos el esfuerzo que antes no parecía necesario. 

Actuar.

 

René Miranda Leroux, protagonista del film, diría:

​

      " - El corazón tiene el deber de desatarse

           con el deseo. La experiencia servirá

          -ése es su cometido- para atajar al corazón,

           ponerlo en su sitio  

           y convertirlo en obra."

​

Arcadia Blues existe ya. La estamos haciendo.